19 de junio de 2013, un día negro, muy negro para el mundo audiovisual, las luces de Broadway se apagaron en señal de homenaje a James Gandolfini, el gran Tony Soprano.
Una noticia impactante y dolorosa para todos, sobre todo para sus millones de seguidores que le admirábamos, que fuimos parte de esa gran historia de Los Soprano, una de las mejores series de televisión.
Durante seis temporadas nos enganchamos a sus personajes, lloramos, reímos, aprendimos de ellos, y sobre todo admiramos a la gran figura de Tony , alguien que quedó marcado en nuestras vidas.
Sólo hace apenas unos meses, pude disfrutar de su interpretación en Mátalos suavemente, que aunque la película deja bastante que desear, siempre es un placer ver a este genio en la pantalla.
Y ahora, sin más, se ha ido, a los 51 años de un ataque al corazón, dejando proyectos como la serie Criminal Justice, la comedia Bone Wars o Taxi-22.
Decimos así adiós a un gran actor, a un gran personaje, y para este momento, quiero recordarle con la escena final de Los Soprano, una de las mejores escenas de la historia, con Tony y su familia cenando en ese restaurante...todavía se me ponen los pelos de punto al recordarlo.
No voy a poner ese escena, por no estropear un momento épico a los ilusos que no hayan disfrutado aún de ella, pero pueden abrir boca con esta escena de Tony en todo su esplendor.
Hasta siempre, Tony.
- Me da igual que me tengan miedo. ¡Dirijo un negocio, no un puto concurso de popularidad! (Tony Soprano)